TODO LO QUE NECESITAS SABER SOBRE LA SÁBANA SANTA Segunda parte

Argumentos Históricos y Científicos de la Autenticidad de la SábanaSanta
Por P. Jorge Lóring, S.l.

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Señores, les voy a proyectar a Vds. unas diapositivas emocionantes e interesantísimas al mismo tiempo. Se trata de la auténtica fotografía de Jesucristo. Esto parece mentira. ¿Cómo es posible que a los dos mil años de haber muerto Jesucristo, podamos decir que vamos a obtener su auténtica fotografía? ¡Pues esto es verdad!

Primero voy a hacer un estudio histórico, y después un estudio científico, para demostrar que lo que vamos a ver es exactamente la fotografía de Cristo. Vamos a ver su estructura atlética, su armonía de proporciones.

Son fotos del lienzo que cubrió el cuerpo de Cristo en el sepulcro. En este lienzo ha quedado grabada una imagen. Y esa imagen, como diré a lo largo de la conferencia, es seguro que es la imagen de Jesús de Nazaret.

El estudio científico de este lienzo, comenzó en 1898, recién inventada la fotografía, cuando un abogado italiano, llamado Segundo Pía, pide permiso y saca por primera vez en la Historia, la fotografía de este lienzo.
Segundo Pía era abogado, no era fotógrafo profesional; además la fotografía estaba en sus comienzos, y, como es lógico, la máquina era muy primitiva.

Yo he visto esa máquina en el Museo Sin-donológico de Turín: un armatoste fenomenal, un cacharro realmente. Además, tuvo unos contratiempos con la iluminación. Total, fotos muy malas.

Pero aunque esas fotos son muy malas, tuvieron el valor de descubrir al mundo entero, que aquellas manchas que había en el lienzo y que a simple vista se veían muy poco, al ser fotografiadas, tomaban enorme relieve, y se veía maravillosamente la figura de un hombre de cuerpo entero. Como era tradición que este lienzo había cubierto el cadáver de Cristo, al ver la imagen que había grabada en él, se corre por el mundo la gran noticia: «Hemos logrado fotografiar a Jesucristo». Naturalmente, esto fue apasionante. Más tarde, en mayo de 1931, durante la ostensión que se hizo de la Sábana Santa, con ocasión de la boda del entonces Príncipe de Piamonte, después Humberto II de Saboya, actualmente rey de Italia en el destierro, José Enrie, Redactor jefe de la Revista Fotográfica Italiana, sacó unas fotos perfectas. El 28 de mayo de 1931, el notario Turbil levanta acta asegurando que las fotografías de Enrie «no habían sufrido el más mínimo
retoque».

¿Y cómo es posible que a los dos mil años se conserve una tela? Pues depende. El lino en ambiente seco se conserva perfectamente. Yo he visto telas de lino semejantes a ésta en el Museo Egipcio de Turín: allí hay abundantes lienzos como éste, de 3.000 años de antigüedad. También se han encontrado lienzos semejantes en Antinoe, en Egipto; en Rebenhausen, en Suiza; en las ruinas de Palmira, en Oriente Medio, etc.

De manera que no es raro que un lienzo de lino se conserve dos mil años en perfectas condiciones.

Este lienzo comienza su historia en Constantinopla.

El emperador de Bizancio, había reunido en Constantinopla las principales reliquias de la Pasión de Cristo, y entre otras estaba esta Sábana Santa. Se exponía los viernes a la veneración de los fieles en la iglesia de Blaquerna, mandada construir para ello por Santa Pulqueria, Emperatriz de Bizancio. Estaba en Constantinopla desde el año 944 de nuestra Era.

Pero, a veces, Dios escribe derecho con renglones torcidos. Fue necesario un latrocinio, el saqueo de Constantinopla por los Caballeros de la IV Cruzada, para salvar este lienzo de la destrucción.

Otto de la Roche, un jefe de la IV Cruzada, robó este lienzo en el saqueo de Constantinopla, y se lo trajo a Europa, a Besançon. Después estuvo en Lirey, Chambery, y hoy está en Turín.

Digo que Dios escribe derecho con renglones torcidos, porque cuando aquellos cristianos de Constantinopla descubrieron que los cruzados les habían robado la Sábana Santa, es lógico que montaran en cólera. Pero fue providencia, porque muy pocos años después de aquel saqueo por los cruzados, Constantinopla fue saqueada por los musulmanes, y los musulmanes arrasaron todo rastro de cristianismo. Si los cruzados no se traen a Europa la Sábana Santa, la hubieran destruido los musulmanes, y hoy no tendríamos Sábana Santa.

De esta trayectoria por Europa hay abundante documentación en los archivos, y de esto no hay problemas. Pero sin embargo, no hay documentación de los mil primeros años.

Cuando pronuncié esta conferencia en la Universidad Complutense de Madrid (era un salón mucho más grande que éste, totalmente lleno: estaban los universitarios sentados en el suelo, en el pasillo central y delante de la primera fila), después, en el coloquio que siempre tengo al final, un universitario me preguntó:

-Bien Padre, parece que está claro la documentación de los últimos mil años; pero, ¿y de los primeros mil años?

Le dije: Tienes razón, no hay documentación de los primeros mil años.

Pero es lógico que no la haya. Porque, por ejemplo, si María Santísima se quedó con aquella sábana que apareció en el sepulcro de Cristo, lo cual es lógico; si María Santísima después dejó esa Sábana a San Juan, lo cual también es lógico, ¿te crees que María Santísima iba a ir a un notario a levantar acta notarial de la entrega que hacía a San Juan de la Sábana?

¡Eso no es lógico! En aquel tiempo no tenían la costumbre que tenemos hoy de legalizar las cosas, del papeleo, de tantas precauciones documentales.

En el sepulcro vacío aparece una sábana y se la quedó María Santísima.

Lógico. Y María Santísima al final de su vida se la entregó a San Juan, con quien vivía. Lógico. Y punto final. No hay documentación. Es hipercrítico e ilógico el pretender que tengamos documentos de esto en aquellos primeros años de la historia del Cristianismo.

Sin embargo, tenemos un documento infalsificable. ¿Sabéis cuál es?: Los granos microscópicos de polen que el viento incrustó en el lienzo: un documento infalsificable.

Yo he tenido la dicha de asistir en Turín recientemente a un Congreso Científico Internacional, donde se han reunido los que más saben de esto en el mundo. Entre ellos estaba un criminólogo suizo, de la Interpol: Max Frei, Jefe del Laboratorio Técnico de la Policía Suiza. Su especialidad es la palinología. Este hombre estudia los granos de polen que hay incrustados en el tejido, y por esos granos de polen descubre la trayectoria de ese tejido.  Este criminólogo suizo, Max Frei, ha estudiado este lienzo de Turín, y ha descubierto en él granos de polen de 49 tipos de plantas distintas. Algunas son de ámbito general, por lo tanto no dicen nada. Pero hay algunas plantas que son exclusivas de Palestina.

Entonces dice Max Frei: «Es indiscutible que este lienzo estuvo en Palestina». Porque estos granos de polen están secos, son de plantas de hace más de mil años. Además son microscópicos. ¿Quién pudo manipular estos granos de polen de hace más de mil :-) años, cuando no se conocía el microscopio? En la Edad Media, nadie pudo manipular estos granos de polen, porque en la Edad Media nadie había visto el polen. ¡Si es microscópico! Antes de inventarse el micros copio nadie había visto el polen.

Si este lienzo lleva en Europa más de mil años, y hoy hay en este lienzo granos secos de polen de plantas que sólo se dan en Palestina, ¡esto es indiscutible! ¡Ese lienzo estuvo en Palestina hace más de mil años!

Este documento del criminólogo suizo Max Frei, es infalsificable.

Por cierto, que en el Congreso de Turín nos proyectó unas diapositivas de los granos de polen ampliadas 25.000 veces. ¡Preciosos granos de polen!

¡Preciosos!. Unas formas geométricas preciosas. Todas distintas, por eso fácilmente catalogables. Cuando yo vi aquellos granos de polen tan bonitos y variados, yo pensaba para mí: «Hay que ver qué cosas tan bonitas hace Dios, aunque nadie las vea». Porque los granos de polen no los ve nadie a simple vista, sino sólo con la ayuda del microscopio.

Pues bien, estos granos de polen que el viento va arrastrando, se incrustan en los tejidos que están en un área determinada. Estos granos de polen no llegan más allá de cierta distancia. Yo pronuncié esta conferencia en Nueva York, en Boston y en Washington; pero sólo en Nueva York la :-) repetí veinticinco veces. Nueva York es tan grande, que no puedes contentarte con tener la conferencia en un solo sitio. Aquello es inmenso.

Yo la repetí veinticinco veces por los distintos distritos: En Manhattan, en Brooklyn, en el Bronx, en Queens, en New Jersey, etc. etc. Y yo les decía a los neoyorkinos: «Como Vds. comprenderán, aquí a Nueva York no llega el polen de Palestina. Esto es evidente. Imagino que ninguno de Vds. puede pretender encontrar en su tejido polen de plantas exclusivas de Palestina. Aquí no llega el polen de Palestina. Bien, esto es evidente para nosotros».

Pues bien, el palinólogo conoce perfectamente el área de difusión del polen de cada planta, según la región donde esa planta se da. Entonces, la investigación de Max Frei, ha sido una confirmación indiscutible de que este lienzo estuvo en Palestina hace más de mil años. Y de esta manera complementa la otra investigación histórica de los documentos que conservamos en los archivos de la trayectoria de los últimos mil años.

Pero dejemos la parte histórica y vayamos a la parte científica.

Este lienzo fue estudiado primero por la Academia de Ciencias de París por encargo del Papa, y la Academia de Ciencias de París llegó a una conclusión afirmativa: El lienzo que hoy está en Turín es el mismo que cubrió el cadáver de Jesús de Nazaret.

Pero vayamos a las últimas investigaciones que se han hecho de la Sábana Santa.

Al Congreso de Turín asistieron técnicos de la NASA americana, que llegaron con sus toneladas de instrumentos electrónicos, de lo más sofisticados, para estudiar la Sábana Santa.

Entre ellos estaban Jackson y Jumper, doctores en Ciencias Físicas, Técnicos de fotografía Aeroespacial, que manejan un complicado aparato: el analizador de imagen VP-8. Se hizo para estudiar la orografía de Marte, para estudiar las montañas del planeta Marte. Este aparato tiene la particularidad de que reproduce en relieve lo que fotografía. Impresionante.

Allí en el Congreso de Turín nos presentaron una cabeza de Cristo, una escultura de Cristo, sacada de la fotografía de la Sábana Santa. Es decir: ¿qué descubrieron los técnicos de la NASA? Que la imagen que hay en la Sábana Santa es tridimensional. Por eso se puede reproducir en relieve. Y por eso nos presentaron aquella escultura impresionante de Cristo.

Por cierto, que esta foto tridimensional de la NASA es muy deforme.

Tiene el valor de que muestra exactamente lo que hay en el lienzo. Lo cual es un valor. Pero es que lo que hay en el lienzo es una foto muy deforme.

Por eso en el mismo Congreso de Turín, el Dr. Tamburelli, que es Catedrático de Electrónica de la Universidad de Turín, nos presentó su foto tridimensional. Él ha logrado superar a la de la NASA. En colaboración con el IRI (Instituto Italiano de Investigaciones Científicas), él había conseguido una foto, también tridimensional, pero mucho más suave, mucho más natural. Cuando el Dr. Tamburelli terminó su intervención, yo me acerqué a él y le dije: «Mire Vd., yo hablo mucho de la Sábana Santa en España y me gustaría poder presentar esta diapositiva que Vd. nos ha presentado aquí». Él tomó mi dirección, y después amablemente me mandó su diapositiva, y Vds. después la verán. Verán la foto de la NASA, y también la del Dr. Tamburelli, que es mucho más suave y mucho más natural.

Pero volviendo a la foto de la NASA, ¿por qué es deforme? Lo voy a explicar.

Primero, porque la corona no tenía forma de anillo, como la representan los artistas. Tenía forma de casco. Y al encasquetarle la corona de espinas, sangró tremendamente. Aquella sangre se acumuló en las cejas y en el bigote, y tiene unas cejas enormemente prominentes y un bigote enormemente abultado, y dan un rostro deforme. Pero además, deforme porque tiene unos ojos saltones. No porque Cristo tuviera los ojos saltones, :-) sino porque según la costumbre hebrea de la época, le habían puesto sobre los párpados dos monedas para mantenerlos cerrados. Estas dos monedas, que se ven perfectamente son dos leptones, que es la moneda más pequeña en tamaño y en valor que usaban los hebreos en aquel tiempo.

En noviembre de 1979, el Padre Francisco Filas, S.I. de la Universidad Loyola de Chicago, ha logrado fotografiar la moneda que hay sobre el ojo.

Ha sido identificada en los catálogos de los numismáticos como un leptón acuñado por Poncio Pilatos, que circuló en Palestina entre los años 26 y 36 de nuestra Era. Cristo murió el año 30.

Los sucesores de Poncio Pilatos acuñaron sus propias monedas.

En esta moneda se aprecia una inscripción griega y un bastón de mando. Lo que se ve de la inscripción es UCAI, que son las últimas letras de TIBERIOU y las tres primeras letras de CAISAROS, que significa «de Tiberio César». Aunque «caisaros» debía escribirse con «k», y no con «c» como aparece en la moneda, pudo ser una equivocación del grabador, por influjo del latín, que se escribe con «c».

Según el numismático Michael Marx, de Qak Lawn, estas equivocaciones en las grabaciones de las monedas, no eran raras, pues las monedas se grababan una a una.

El resto de la inscripción está borrado. El bastón de mando lo acuñó Poncio Pilatos para no herir los sentimientos de los judíos que no querían imágenes en las monedas.

Estos datos se han tomado del Chicago Sun-Times Monday, November, 12, 1979.

Esta observación de la moneda que hay sobre el párpado, nos da la facilidad de poder precisar con exactitud la fecha de la Sábana Santa.

¡Mucho mejor que con el Carbono-14!

Cuando yo estuve en Nueva York para hablar de la Sábana Santa, hablé de este tema por dos canales de televisión, y uno de los locutores de la televisión neoyorkina, me preguntó:

-Padre, ¿y no se ha hecho el estudio del Carbono-14 a la Sábana Santa?

Y le contesté:

-Mire Vd., en el Congreso de Turín hubo dos opiniones opuestas.

Algunos estaban empeñados en que se hiciera la prueba del Carbono-14, pero otros se oponían radicalmente. Porque la prueba del Carbono-14 necesita destruir parte del lienzo. Ellos opinaban que se permitiera todo tipo de investigación que no deteriore el lienzo ni la imagen; pero que se prohibiera todo tipo de investigación que deteriore el lienzo o la imagen.

Porque si con cada nuevo método de investigación destruimos un trozo de lienzo, al cabo de los años nos quedamos sin Sábana Santa.

Pero es que con este descubrimiento del Padre Filas de Chicago, tenemos un método mucho más preciso que el Carbono-14. Porque el C-14 da un margen de error de más menos cien años. En cambio, al poder estudiar la moneda que hay sobre el ojo, sabemos que circuló entre los años 26 y 36 de nuestra Era. Por lo tanto, hemos logrado cifrar con mucha más precisión la fecha de la Sábana Santa de Turín.

La imagen tridimensional no se ve a simple vista. Con el analizador de imagen VP-8, hemos descubierto que es imagen tridimensional, pero hemos necesitado la máquina. La máquina ve más que el ojo humano. El microscopio ve más que el ojo. El telescopio ve más que el ojo. El analizador de imagen ve más que el ojo. Y entonces el analizador de imagen descubre en la grabación de la Sábana Santa, unos matices de contraste que no capta el ojo humano. Por lo tanto, la afirmación indiscutible de los técnicos de la NASA es que esta imagen que hay en la Sábana Santa no es obra de ningún artista.

Pero no es éste el principal descubrimiento de los hombres de la NASA.

El gran descubrimiento de los hombres de la NASA, que ha dejado boquiabierto al mundo entero, ha sido la afirmación de que la imagen que hay en la Sábana Santa está grabada a fuego. La tela está chamuscada. Ha debido producirse por una radiación instantánea. Los hilos de la tela en la imagen están sólo coloreados superficialmente. La impresión no ha calado dentro del hilo. Los hilos no están impregnados, como si se tratara de una pintura. Y entre los hilos no hay rastro de nada. Si la imagen hubiera sido pintada, habría grumos de pintura.

Esta radiación también grabó a fuego en la tela las manchas de sangre.

Fue un proceso parecido al que utilizan en el Corte Inglés para grabar a fuego en una camiseta un nombre o un dibujo. Por el otro lado de la tela se transparentan las manchas de sangre, pero no la imagen grabada a fuego.

El primero que expuso que las manchas de sangre estaban grabadas a fuego en la Sábana Santa, fue el doctor inglés David Willis, en el semanario londinense «Tablet».

El Dr. Willis fue uno de los científicos que tuvo acceso a la Sábana Santa en noviembre de 1973, cuya viuda yo conocí en el Congreso Internacional de Turín, y que un día me invitó a comer con ella y con el doctor alemán Karl-Elmar Federer, que nos presentó.

Esta radiación que ha grabado a fuego en una tela la imagen de un cadáver es algo insólito.

¡Señores!, para un científico esto es impresionante.

Cuando yo pronuncié esta conferencia en la Real Academia de Ciencias de Madrid, después, en el coloquio (ya saben Vds. que en la Real Academia de Ciencias están los hombres más sabios de España), discutían entre ellos, yo no hacía más que escuchar. ¡Este hecho no tiene explicación¡

¡Ninguna explicación de que el cadáver de un hombre haya grabado a fuego su propia imagen en el lienzo que lo cubre! ¡Esto no ha ocurrido jamás en ningún cadáver de la Historia! Entonces, ¿por qué este hecho insólito de que un cadáver grabe a fuego su imagen en el lienzo que lo cubre? ¿Por qué ha ocurrido con el cadáver de Jesucristo? Afirman los hombres de la NASA: la única explicación es una radiación de energía lumínico-térmica, en el momento de la resurrección. Y no hay otra explicación.

¡Qué bonito! ¡Qué bonito!

Que vengan unos científicos de fuera de la Iglesia, y nos encuentren un argumento científico que confirma un dogma de fe.

Nosotros sabemos que Cristo resucitó. No por la Sábana Santa. Aunque no tuviéramos Sábana Santa, sabemos que Cristo resucitó. Nuestros abuelos no sabían de la Sábana Santa lo que sabemos hoy, y sabían que Cristo resucitó. Nuestra fe en Cristo resucitado está en la Biblia. Está en el Nuevo Testamento. Pero, ¡qué bonito que vengan unos científicos de fuera de la Iglesia, y te encuentran un argumento científico cuya única explicación está en la resurrección de Cristo! ¡Es una radiación de energía lumínico-térmica en el momento de la resurrección!

Cuando expuse esta conferencia en la Universidad Autónoma de Madrid, les dije yo a los universitarios:

Yo no sé si entre vosotros habrá alguno que no sea creyente. Si hay aquí alguno que no crea que Cristo resucitó, que demuestre por qué el cadáver de Cristo ha grabado a fuego su propia imagen en el lienzo que lo cubre. Y si tienes una explicación mejor que la que dan los hombres de la NASA, dilo, y te haces famoso en el mundo. Si no sabes más que los de la NASA, lo serio, lo honrado y lo noble, es aceptar la investigación de estos técnicos de la NASA. Porque decir: «Yo no creo que Cristo resucitó; ahora, tampoco me explico eso». ¡Eso es de necio! Eso es de testarudo y eso es de ignorante.

Los que no hemos medido la distancia de la Tierra a la Luna, aceptamos que hay 384.000 kms., como dicen los que la han medido. Pero rechazar la distancia que dan los astrónomos, sin ofrecer otra mejor calculada, es de necio.

Si no sabes más que los hombres de la NASA, acepta lo que ellos dicen. ¡Esta imagen grabada a fuego no tiene más explicación que la radiación de energía lumínico-térmica, en el momento de la resurrección!

¡La ciencia confirmando la fe! ¡La Sábana Santa confirmando nuestra fe en el dogma de la resurrección de Jesucristo!

Por cierto, que estando en Nueva York, uno de los días que tuve la conferencia, al final, un señor quería que habláramos más de la Sábana Santa. Y como siempre pasa, que no hay tiempo, que hay que recoger los aparatos, que se hace tarde..., Me dice:

-Padre, véngase a cenar a mi casa, y hablamos tranquilos.

-Muy bien, ¡con mucho gusto!

Me fui con él. Y mientras su mujer estaba en la cocina preparando la cena, y él se fue, no sé a dónde, yo me dediqué a curiosear en la biblioteca, y me encontré con todo un estante de libros de Astronomía.

Cuando llega él, le digo:

-¡Qué casualidad! Yo también soy muy aficionado a la Astronomía. Yo me he leído más de cien libros de Astronomía. Y doy conferencias en España de Astronomía. Me interesa muchísimo, he visto libros muy interesantes.

Me dice:

-Padre, ¿a que no conoce Vd. Éste?

Me sacó un libro de un astrónomo contemporáneo norteamericano que se llama Jastrow. El libro se titula «Los astrónomos y Dios». Acababa de salir. Todavía no había llegado a España, y no se ha traducido el castellano.

Y en este interesantísimo libro, afirma, Jastrow: «Hoy los astrónomos hemos logrado descubrir el origen del Cosmos; y al descubrir el origen del Cosmos hemos confirmado la fe de los creyentes en Dios Creador». El libro tiene una frase graciosa, pero muy significativa. Dice el libro: «Los astrónomos, después de largos años de ascensión, por fin hemos llegado a la cumbre de nuestros conocimientos del origen del Cosmos, y cuando hemos llegado a la cumbre de nuestros conocimientos del origen del Cosmos, nos hemos encontrado que estaban allí sentados, desde hacía muchísimos años, los sacerdotes, los teólogos, los estudiosos de la Biblia, porque hacía muchísimos años que ellos vienen diciendo lo que hoy decimos los astrónomos». ¡Qué bonito! Los estudiosos de la Biblia, los creyentes, no hemos necesitado la Astronomía para saber que el mundo lo hizo Dios. No, no. No hemos necesitado la Astronomía. Lo sabíamos por fe. Pero qué bonito que vengan hoy los astrónomos y nos digan: «Vds. tenían razón, el Cosmos es obra de Dios. Porque por nuestros conocimientos del origen del Cosmos se necesita un Creador».

Porque los astrónomos han logrado descubrir la edad del Cosmos. Saben cuándo comenzó el Cosmos. Y claro, si este Cosmos comenzó, como ellos dicen, hace unos diez mil millones de años, necesita un Creador. Esto es un dato de la Ciencia. Lo mismo que la fórmula del agua es H2O. O el Teorema de Pitágoras o el Principio de Arquímedes. Cualquier científico de cualquier nación del mundo o de cualquier ideología, tiene que reconocer que el agua es H2O, y el Teorema de Pitágoras y el Principio de Arquímedes. Entonces, si la Ciencia me afirma que el mundo comenzó, el mundo necesitó un Creador, porque todo lo que comienza necesita de otro que lo haga comenzar. Nada comienza por sí mismo. Nadie puede darse la existencia a sí mismo. Nosotros hemos comenzado, cuando otros -nuestros padres- nos pusieron en la existencia. Pero hace cien años, nosotros éramos nada. Y hace cien años nosotros nada pudimos hacer para existir. Todo lo que comienza necesita de otro. Y si el Cosmos comenzó, necesita un Creador. Y este dato de la Astronomía moderna de que el Cosmos tuvo comienzo y que comenzó hace diez mil millones de años, ha echado por tierra el materialismo marxista que se basa en la eternidad de la materia.

¡Los ateos marxistas se han quedado sin base científica! Ellos imponían la eternidad de la materia. Así eliminan a Dios. Pero nunca lo han demostrado. ¡Nunca! Lo imponían: la materia es eterna. Punto. ¡Es un dogma marxista! Pero nunca lo han demostrado. Y ahora resulta que su dogma de fe en la eternidad de la materia, se ha quedado sin base científica, porque se ha demostrado que el Cosmos no es eterno. Que el Cosmos comenzó hace unos diez mil millones de años.

Y esto es tan serio, que el Premio Nobel dé Física de 1978 se ha concedido a dos astrónomos americanos, Penzias y Wilson, que han captado el eco de la explosión de la creación del Cosmos. ¡Que no estoy hablando de ciencia-ficción! ¡Premios Nobel de Física 1978! A estos americanos que han captado el eco de la explosión del momento de la creación. ¡Qué bonito! ¡La Ciencia confirmando la fe! La Astronomía con sus descubrimientos confirmando nuestra fe en Dios creador.

La Astronomía confirma nuestra fe en Dios Creador y la Sábana Santa confirma nuestra fe en Cristo resucitado. La Ciencia en su investigación confirmando la fe.

Mi libro PARA SALVARTE, es un resumen de Religión Católica, es un razonar la fe: ¿Por qué creo en Dios? ¿Por qué creo en Cristo? ¿Por qué creo en la Iglesia? ¿Por qué creo en el alma inmortal? Razones para creer.

Tengo en el libro una frase del Papa Pío XII, en un Congreso Científico que hubo en Roma, donde dice Pío XII a los científicos: «La Ciencia moderna descubre a Dios detrás de cada nueva puerta que abre». El hombre va investigando, el hombre va abriendo puertas, va profundizando en el conocimiento de la Naturaleza, y el científico investigador se encuentra a Dios detrás de cada nueva puerta que abre. Frase de Pío XII en un Congreso Científico de Roma.

¡Qué bonito! !La Ciencia confirmando la fe!

Vamos a seguir en nuestra investigación sobre la Sábana Santa. Paso a otro terreno que es muy interesante, sobre todo para alguno de Vds., No sé si para otros.

En el Congreso de Turín hubo médicos, arqueólogos, catedráticos, como Ian Wilson de la Universidad de Oxford, y Robinson de la Universidad de Cambridge, técnicos de la NASA, etc. Había especialistas de todas las ramas. También había especialistas en Teología, como es lógico.

Pues uno de los especialistas en Sagrada Escritura, en Biblia, es Mons. Feuillet, francés. Es un hombre de talla internacional en el conocimiento de San Juan. Y nos dijo en el Congreso algo que a Vds., quizás de momento les va a extrañar, pero después lo comprenderán y agradecerán lo que le voy a decir.

Nos dijo Mons. Feuillet: «Habría que reformar los textos litúrgicos que se leen en la Misa, de cuando Pedro y Juan llegaron al sepulcro. Están mal traducidos. O si suena demasiado fuerte esto de «mal traducidos», digamos «están imperfectamente traducidos». Me explico.

A Vds. les suena -lo hemos leído en la misa todos los años- que cuando San Juan y San Pedro se enteraron que Cristo había resucitado, salieron corriendo hacia el sepulcro. Pero Juan que era más joven, llegó antes.

Corría más, llegó antes. San Pedro más gordote y más pesadote, claro, tardó más en llegar. Pero San Juan, respetuoso con la edad de los mayores, cuando llega a la tumba, no entra, y espera por respeto a San Pedro, y,
después entran los dos. Pero dice el Evangelio: «cuando San Juan llegó al sepulcro, sin entrar, miró, vio y creyó en la resurrección.» ¿Y por qué creyó? Al ver los lienzos.

¿Y cómo estaban los lienzos? Me explico.

Nos suena de haberlo oído en el Evangelio de la misa:
«La sábana en el suelo».

Dice Mons. Feuillet: mal traducido. La sábana en el suelo, no. La sábana A RAS DEL SUELO; allanada, aplanada, alisada, sin el relieve que tenía cuando cubría el cuerpo de Cristo. Porque la sábana en el suelo nos suena a la sábana tirada en un rincón. Como el que se levanta de la cama y echa la sábana a un lado. La sábana en el suelo, allí tirada, no. Tirada en el suelo, no. A RAS DEL SUELO, alisada, aplanada, allanada, a ras del suelo.

No es lo mismo.

Y segundo. Nos suena: «y el sudario». Mal traducido. Porque sudario nos suena a mortaja. ¿Y qué es una mortaja? ¿Otra sábana? ¿Entonces, había dos sábanas? El sudario no era una mortaja, era un pañuelo para secarse el sudor, «sudarium», en latín. «Sudarion» en griego. Un pañolón para secarse el sudor. Y dicen: «El sudario doblado». No señor. Doblado como un pañuelo limpio, como una servilleta. No señor. ¡El sudario enrollado!, que no es lo mismo. Enrollado. Como hoy se hace también con los difuntos, que se les enrolla un pañuelo alrededor de la cara y se le ata arriba para evitar que se les entreabra la boca y mantener la mandíbula cerrada. ¡El pañuelo enrollado!, que no es lo mismo que doblado. Hay que traducir bien, como decía Mons. Feuillet, que es especialista en estas cosas.

Esta es la correcta traducción.

Cuando San Juan ve la sábana alisada, allanada, a ras del suelo, y en el sitio de la cabeza el anillo del pañolón enrollado, vacío, sin nada dentro, comprendió que Cristo había resucitado. Porque él comprendió que si alguien hubiera robado el cadáver, los lienzos no estarían así. Entonces al ver cómo estaban los lienzos, comprendió que nadie había robado el cadáver y, por lo tanto, que Cristo había resucitado.

¿Estáis viendo ahora cómo con esta explicación de Mons. Feuillet se entiende mucho mejor el texto y la razón de por qué San Juan creyó al ver cómo estaban los lienzos?

En esta Sábana hay diversas manchas y quemaduras que desorientan mucho. Primero hay unas quemaduras. El lienzo estaba doblado metido en una urna de plata en la iglesia de Chambery; hubo un incendio, la plata recalentada chamuscó la tela y carbonizó unos bordes de la Sábana.

Además, parte de la plata recalentada se fundió y unas gotas de plata fundida atravesaron el lienzo doblado, haciendo un orificio, y entonces, al desdoblarlo quedaron dieciséis agujeritos que fueron remendados por las religiosas clarisas de Chambery. Providencialmente las quemaduras enmarcan la figura de Cristo, rozan los hombros, pero no estropean la imagen. Si la quemadura hubiera sido por enmedio del cuerpo, nos destroza la imagen.

Pero además de estas quemaduras hay una porción de manchas. Por ejemplo, de las sales del agua con que apagaron el incendio, que al evaporarse, quedaron las sales. Hay manchas de sangre, que en concreto han sido estudiadas por el científico americano Jhon Heller, del Instituto de Nueva Inglaterra (U.S.A.), como se expone en artículo de fama internacional de esta revista «National Geographic», del mes de junio de este año, que acabo de recibir. Pues este científico, ha estudiado las manchas de sangre con análisis espectral y ha confirmado los componentes de la sangre humana que hay en el lienzo: cristales de hemoglobina y proporción correcta de hierro.

Traduzco de la revista: «Ninguna de las pruebas hechas hasta ahora demuestran que "las manchas de sangre" no sean de sangre. Al contrario, un gran número de pruebas inducen a pensar que verdaderamente sean de sangre. Bajo los rayos ultravioleta, estas manchas responden como si fueran de sangre. Adicionalmente las pruebas de rayos X demuestran el porcentaje correcto de hierro en la sangre». En la revista de la Sociedad Óptica de América «Aplied Óptics», del 15 de agosto del 80, en la pág. 2.742, dicen textualmente los doctores John H. Heller y Alan D. Adler:

«Mediante pruebas espectroscópicas y químicas hemos identificado la presencia de sangre en la Sábana Santa de Turín, en las zonas consideradas como manchas de sangre».

Otro americano llamado Wilcox, ha escrito un libro que se llama «El Sudario», donde dice:

«No hay manchas de descomposición del cadáver. El cadáver que estuvo tres días envuelto en esa Sábana Santa, no dejó la más mínima mancha de descomposición».

Recientemente el Sr. McCrone ha declarado en el «Catholic Herald» del 19 de septiembre de este año, cuyo recorte tengo aquí, que las manchas son de pintura, y que si se hicieran las pruebas del carbono-14 se podría comprobar que es una falsificación de agosto de 1356. Esta afirmación ha sorprendido a los científicos, pues es sabido que el carbono-14 da un margen de error de más-menos cien años. En esta fotocopia del «The New York Times» del 28 de octubre del 80, 32 científicos americanos que estudiaron directamente la Sábana Santa de Turín en octubre de 1978, han protestado enérgicamente ante esta afirmación del Sr. Mc Crone, el cual no estuvo en Turín durante los días que la Sábana Santa fue sometida al estudio directo de los investigadores, según el «The Miami Herald» del 20 de septiembre de 1980, noticia de la que también tengo aquí la fotocopia.

Pues en todas las huellas que hay en este lienzo, los médicos estudian lo que fue la Pasión de Cristo.

La explicación que yo he grabado en la cinta que Vds. Oirán ahora mismo, la he sacado de los libros de los médicos. Me he leído más de veinte libros de médicos que han estudiado esto, y he grabado en la cinta lo que he leído en los libros.

Vamos a oír un estudio médico de la Pasión. Esto es impresionante.

Esto no es lo que uno pueda imaginar. No, no. Lo que dicen los médicos.

Tuve esta conferencia en la Costa del Sol, en la Urbanización de Sotogrande, y al final, un muchachote de 20 ó 22 años, me dijo:

-Padre, yo nunca había pensado lo mucho que Cristo sufrió por nosotros.

Y es eso. Es que no hemos pensado lo que fue la Pasión de Cristo. Y cuando oyes lo que dicen los médicos, es mucho más que todo lo que hemos imaginado.

Porque los médicos te dicen, por ejemplo, un dato: el clavo de las manos no fue en la palma, como lo ponen los artistas. En la palma no hay tejidos resistentes que aguanten el peso del cuerpo; se hubiera desgarrado la mano. El clavo de las manos fue en el carpo, en la muñeca, donde hay un punto que se llama «espacio de Destot», que permite introducir un grueso clavo que desplaza los huesos del carpo con enorme dolor, pero sin romper ninguno, y sujeta firmemente la mano al madero. Pues dicen los médicos: al entrar el clavo en el «espacio de Destot», destroza el nervio mediano y produce un dolor de paroxismo: es frecuente que sobrevenga un síncope del dolor. Es auténticamente morir de dolor. ¡No es imaginación! Lo dicen los médicos. Y claro, es impresionante. Es una meditación. Hoy la estoy dando en este teatro, pero es que a veces la doy en iglesias. Hace poco la he dado en la catedral de Plasencia. Había más de dos mil personas. La conferencia la organizó la Caja de Ahorros, pero como se pensó que el salón de la Caja de Ahorros iba a resultar pequeño para la cantidad de gente que se preveía que iba a asistir, se pasó a la Catedral. Acertado cambio, pues las dos mil personas que asistieron, de ninguna manera hubieran podido entrar en el salón de la Caja de Ahorros. Esto es una meditación. Eso no desdice de una iglesia, ni de una catedral. ¡Esto es una meditación de lo que fue la Pasión de Cristo!

Al final, después de haber contemplado lo que Cristo sufrió por nosotros, se nos viene a la mente esa pregunta que hace San Ignacio en el libro de los Ejercicios: «Ante todo lo que Cristo ha sufrido por mí, yo, de ahora en adelante, ¿qué voy a hacer por Cristo?»

Pues ésta será la meditación y éste será el fruto de todo lo que vamos a ver y a oír.

Y paso a la proyección de las diapositivas...

Tercera parte: Después del Carbono 14

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