JESUCRISTO. VERDADES Y MITOS

Por: Gerardo Cartagena Crespo

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Ver segunda parte: III. ¿Se casó Jesús?

Ver tercera parte: VI. ¿Qué es lo que se pretende alcanzar con todas estas falacias, mentiras, calumnias que se lanzan contra Jesucristo?

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I. Existencia de Cristo

"En septiembre de 2002, el ingeniero agrónomo Luis Cascioli se presentó ante la justicia italiana de la localidad de Viterbo, cerca de Roma, para denunciar al párroco del lugar. ¿Por cuál delito? Porque todos los domingos, durante la misa, el cura hablaba de Jesús de Nazaret. Y según Cascioli, no hay pruebas de que Jesús haya existido. Por lo tanto, el sacerdote había violado dos leyes penales italianas: la de "abuso de credibilidad popular" (es decir, enseñar cosas falsas; art. 661) y la de "sustitución de persona" (inventar la existencia de un personaje irreal; art. 494).

Los jueces de Viterbo quedaron estupefactos. ¿Acaso los Evangelios no prueban la existencia de Jesús? No, dice Cascioli. Porque éstos son libros contradictorios, y además están escritos por gente que creía en él, por lo que no sirven como prueba objetiva de su existencia.

La denuncia de Cascioli fue rechazada por absurda. Pero éste apeló. Y en segunda instancia los jueces le dieron lugar, y ordenaron al párroco presentarse ante los tribunales para demostrar la existencia de Jesús. El pobre sacerdote, al verse en semejante aprieto, estaba desesperado. Pero al final, los jueces de tercera instancia volvieron a rechazar la demanda del ingeniero, y dieron por terminado el pleito judicial.

Hasta aquí la noticia que apareció en los diarios. Pero una duda quedó flotando en el ambiente: ¿se puede demostrar la historicidad de Jesús?” ("¿Es Posible Demostrar La Existencia De Jesús?" De: "Enigmas de la Biblia", vol. 10. Por: Ariel Álvarez Valdés).


A. Un caso de sentido común.

Entre los siglos XVIII y XIX hubieron muchos intentos para negar la realidad y verdad histórica de Jesucristo. Luego de muchos estudios e investigaciones serias, se dieron cuenta que era imposible negar su existencia, por lo que se dejó de lado esta falacia. Pero los intentos de desvirtuar su figura continuaron, y continúan hoy como parte fundamental de la campaña anticatólica de los enemigos de la fe.

Quién niegue la realidad y verdad histórica de Jesús de Nazaret así porque sí, deberá también negar y rechazar la realidad y verdad histórica de una muy buena cantidad de otros personajes que son reconocidos hoy como figuras históricas de gran envergadura.

Negar una figura de la historia o evento histórico (como hacen muchos) para justificar una ideología, estilo de vida o para buscar fama, da muestras de poca o ninguna sinceridad, inmadurez e incapacidad para afrontar la verdad objetiva de las cosas que le afectan y le estorban en su modo de vida y pensamiento.

Como no puede justificar su rechazo con pruebas sólidas se inventa las suyas a base de sofismas y falacias para tranquilizar su conciencia o para conseguir lo que se propone. Así sucede con la figura de Jesucristo cuando se le niega gratuitamente su existencia o todo aquello que el cristianismo histórico predica sobre él. Y si no se puede negar su existencia, se inventa que fue un hombre como otro cualquiera, pero con unas capacidades extraordinarias que lo llevaron a comenzar una revolución social y religiosa; que se caso y tuvo hijos; que no murió en una cruz; o si murió no resucitó... Y muchas historias más inventadas sobre su persona.


B. Evidencia externa

Aunque la evidencia externa al cristianismo sobre la existencia de Jesús de Nazaret es poca, los historiadores serios la consideran suficiente para probar la verdad y realidad histórica de Jesucristo, como persona y como fundador del cristianismo.

La primera mención extrabíblica de la figura de Jesús la encontramos en el historiador judío Flavio Josefo en su obra "Antigüedades Judías", compuesta hacia el año 93, dice: "Por aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio (si es que se le puede llamar hombre). Fue autor de hechos asombrosos, y maestro para quienes reciben con gusto la verdad. Atrajo a muchos judíos y griegos. (Él era el Mesías). Y cuando Pilato, debido a una acusación hecha por nuestros dirigentes, lo condenó a la cruz, los que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo. (Él se les apareció al tercer día, vivo otra vez, tal como los profetas habían anunciado de él, además de muchas otras cosas maravillosas). Y hasta hoy los cristianos, llamados así por él, no han desaparecido".

Lo que está entre paréntesis (), los historiadores consideran es un añadido de un copista cristiano. Fuera de eso, lo demás es considerado como obra de Flavio Josefo.

"Ahora bien, si nos atenemos al texto auténtico del historiador judío, vemos que él afirma lo siguiente: a) existió en Palestina un hombre llamado Jesús: b) era un sabio; c) realizó prodigios; d) la gente lo escuchaba con gusto; e) atraía a muchos judíos y griegos; f) las autoridades judías lo acusaron; g) Pilato lo condenó a muerte; h) murió crucificado; i) sus seguidores se llaman cristianos en honor a él; j) el movimiento que él fundó siguió existiendo después de su muerte" ("¿Es Posible Demostrar La Existencia De Jesús?" De: "Enigmas de la Biblia", vol. 10. Por: Ariel Álvarez Valdés).

Otro autor, esta vez no judío, sino romano: el historiador Tásito, nacido en el 55 y de familia muy rica y quien fuera gobernador de la provincia de Asia (al oeste de la actual Turquía), en su obra Anales, dice: "Nerón sometió a torturas refinadas a los cristianos, un grupo odiado por sus horribles crímenes. Su nombre viene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición volvió a difundirse no sólo en Judea, su país de origen, sino también en Roma, a donde confluye, todas las atrocidades de todo el mundo.

Primero, los inculpados que confesaban; después, denunciados por éstos, una inmensa multitud, todos fueron convictos, no tanto por el crimen de incendio sino por el odio del género humano".

"Este testimonio nos brinda varios elementos importantes para situar históricamente a Jesús. Nos dice: a) que existió un hombre al que llamaban Cristo; b) que su patria era Judea; c) que su muerte ocurrió cuando Tiberio era emperador (o sea, entre los años 14 y 37) y Poncio Pilato gobernador (entre los años 26 y 36); d) que Pilato lo mandó a matar, lo cual implica que lo crucificaron, pues el castigo normal de las autoridades romanas en Judea era ése; e) que antes de morir, Jesús ya había formado un grupo de seguidores".

"En conclusión, sólo han llegado hasta nosotros dos testimonios extrabíblicos (de gran peso) sobre Jesús de Nazaret. Sin embargo, todos los estudiosos están de acuerdo en que esos dos textos bastan para probar, de manera concluyente y definitiva, su existencia histórica. Por eso hoy ningún historiador serio niega la historicidad de Jesús." ("¿Es Posible Demostrar La Existencia De Jesús?" De: "Enigmas de la Biblia", vol. 10. Por: Ariel Álvarez Valdés).

Otra cosa, es importante dejar bien claro que en los primeros siglos del cristianismo se destruyeron innumerables cantidades de documentos en los cuales pudieron muy bien existir otras evidencias que daban fe de la realidad histórica de Jesús.


C. El Nuevo Testamento como fuente histórica

El hecho de que los libros del Nuevo Testamento sean tan abundantes y de una fecha tan temprana que supera por mucho la de otras fuentes históricas de la antigüedad y de gran valor histórico, es prueba de gran peso de la verdad que enseña.

Y esta verdad trata de la existencia real y verdadera de un hombre llamado Jesús de Nazaret que predicó un nuevo y revolucionario estilo de vida; realizó muchos prodigios y milagros con los que daba testimonio de su verdad; fue juzgado y condenado injustamente por los suyos; fue crucificado y muerto por el poder civil; resucitó al tercer día instituyendo la Iglesia y enviándola a predicar el Evangelio de la liberación y salvación a toda la humanidad.


D. Testimonio de los apóstoles y primeros cristianos

El hecho mismo de que los apóstoles y discípulos que le conocieron directamente, hayan dado sus vidas, en muchos casos en muertes horrendas, es testimonio de su verdad y realidad histórica. Nadie se deja atormentar ni dar la vida por lo que sabe y está seguro es falso.


E. El testimonio de la Iglesia

El hecho de que exista una Iglesia que lleva su Nombre y que haya sobrevivido veinte siglos, a pesar de los enemigos feroces (internos y externos) que han tratado de destruirla y no lo hayan logrado (ni lo lograrán), es testimonio de su verdad y realidad histórica, no solamente del pasado, sino actual y hacia el futuro de la historia humana.


F. Preguntas claves para reflexión

*De Cristo no haber existido, ¿hubiera existido hoy una religión llamada cristiana?

*De haber existido el cristianismo sin una intervención divina, ¿quién la pudo inventar?

*El que la inventó o los que la inventaron, ¿la habrían dotado de los elementos fundamentales que ella desde un principio posee y predica? Amor y perdón mutuo, paz, entrega total por el prójimo, desprendimiento de bienes para beneficiar a los más necesitados, la paternidad amorosa y misericordiosa de Dios... Todos estos son argumentos convergentes y convincentes de la verdad y realidad histórica de Jesucristo.


II. Muerte y Resurrección de Cristo

Para los enemigos de la fe católica, la muerte de Cristo pudo haber sido real, pero de ahí a la resurrección no pasó; para otros su muerte pudo haber sido fingida, o a lo más, que éste pudo sobrevivir a las torturas y crucifixión y luego ser revivido por sus discípulos.

En cuanto a la Resurrección de Cristo vendría siendo una leyenda, fábula o mito que se añadió a la fe cristiana tardíamente: entre finales del siglo primero y principios del segundo.

Ahora bien, sabemos por los Evangelios, como fuentes de gran valor histórico, que Cristo murió y que no hubo ningún fingimiento en ello: ya sea por el testimonio de la medicina moderna; por el testimonio de los soldados en el que estaba en juego sus propias vidas si dejaban escapar a un reo; por el testimonio de la lanzada que atravesó el corazón de Cristo; y por el testimonio de los enemigos de Jesús que debieron estar seguros de que efectivamente murió.

Con relación a la Resurrección de Cristo es una verdad histórica que sólo puede ser creída por fe divina, como podemos creer en acontecimientos del pasado, aunque por fe humana. Con la diferencia que para el creyente el creer por fe divina es mucho más sólido y seguro que la fe humana. Pero aun así se pueden identificar varias razones que confirman la verdad histórica del hecho.


A. Su muerte

Sabemos que la muerte de Cristo no fue fingida como alegan muchos, sino real por las siguientes razones: 

Primero, por los datos de la medicina moderna que dice y asegura que Cristo en el estado en el que quedó es imposible que haya sobrevivido a tan terrible castigo.

Segundo, por el testimonio de los soldados que debían estar completamente seguros de la muerte del reo, pues de ello dependía sus vidas, y además por su vasta experiencia sabían si uno estaba muerto o no.

Tercero, por el soldado que dio la lanzada al corazón, y los testigos directos de dicha lanzada de la cual brotó agua (según los especialistas suero) y sangre.

Cuarto, por los enemigos de Jesús quienes es de suponer se hayan asegurado, antes de ser sepultado, que efectivamente estaba muerto, pues después de tanto trabajo que les dio el poderlo agarrar y condenar, ahora no se iban a arriesgar a dejarlo escapar con vida.


B. Su Resurrección

Sabemos también por los Evangelios, como fuentes históricas, que Cristo resucitó de entre los muertos:

Primero, por el testimonio de los enemigos de Jesús que hubiesen fácilmente desenmascarado el testimonio de los apóstoles tan pronto estos hubiesen comenzado a predicar que Cristo resucitó de entre los muertos al mostrar el cuerpo muerto de Jesús, y si no lo hicieron, ello es testimonio de que los enemigos de Jesús no pudieron conseguir el cuerpo de Cristo.

Es de saber que los discípulos de Jesús no pudieron conseguir el cuerpo muerto de Cristo puesto que éste quedó bajo el custodio de los soldados.

Luego, si Cristo no resucitó los soldados habrían permanecido firmes en su puesto de vigilancia para impedir el robo del cuerpo de Jesús.

Si Cristo resucitó, la verdad evangélica se hace evidente ante la huida de los soldados y abandono del sepulcro y peligro de ser muertos por abandono de sus deberes.

Segundo, por el testimonio de los mismos apóstoles y demás discípulos quienes sufrieron muchas penalidades hasta dar incondicionalmente sus vidas de una manera atroz en defensa de Cristo resucitado.

Ello es testimonio de que los apóstoles y otros no pudieron robar el cuerpo de Jesús, pues ello sería un gran obstáculo a la hora de sufrir y dar la vida por alguien del cual aún saben que estaba muerto.

Es sabido que nadie da la vida por algo que sabe que es mentira, al menos que esté mentalmente enfermo, y los apóstoles y demás seguidores testigos de Cristo resucitado sabían y estaban conscientes de lo que decían y hacían.

Por eso son testigos de la Resurrección de Cristo los que estando seguros de la muerte de Jesús, al tercer día lo vieron con vida con solamente las manos, los pies y el costado traspasados. Y confirmaron esta verdad sufriendo torturas y dando sus vidas en muertes horrendas.

¿Qué mayor evidencia que ésta para testimoniar que realmente Cristo sí resucitó de entre los muertos?


C. Un gran testigo de la Muerte y Resurrección de Cristo

1Corintios 15, 3-9: "Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí, como un abortivo.

Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios."

1. Fecha de redacción de la Carta: entre el 54 y el 57 del siglo I.

Hablamos de entre unos 20 a 30 años después de la muerte y resurrección de Cristo.

Periodo de tiempo muy significativo si se considera las varias centenas de años requeridos en promedio para aceptar un dato histórico como seguro.

Y más significativo si se considera el hecho de que, los enemigos de la Resurrección de Cristo, establecen esta fe como parte integrar del cristianismo desde casi cien años después de los hechos.

2. Una profesión fundamental de fe cristiana

Profesión de fe recitada por San Pablo:

"Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras".

Si consideramos y tenemos en cuenta que esta profesión de fe San Pablo la recibe casi inmediatamente después de su conversión, dos o tres años después de los hechos de la muerte y resurrección de Cristo, estamos ante una cómoda posición de defender como dato totalmente histórico el hecho de que, la creencia en la muerte real y subsiguiente resurrección de Jesucristo de entre los muertos, no surgió a finales del siglo I o inicios del II como falsamente quieren hacer ver los enemigos de la Iglesia, sino que es una confesión que parte desde los inicios del cristianismo como verdad fundamentar en la fe de los creyentes. Y como testimonio de la existencia real y verdadera de Jesús de Nazaret, es un dato de gran peso.

Luego la verdad y realidad de la existencia, de la Muerte y Resurrección de Cristo, es una verdad de fe que se fundamenta en evidencias históricas de gran peso. De que se las quiera aceptar, es otra cosa.

En el Evangelio de Lucas 24, 36-43, leemos: “Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero él les dijo: «¿Por qué os turbaís, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como véis que yo tengo.» Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?» Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.”

En el Catecismo de la Iglesia Católica, en los números 645 y 646 leemos: “Jesús resucitado establece con sus discípulos relaciones directas mediante el tacto y el compartir la comida. Les invita así a reconocer que él no es un espíritu, pero sobre todo a que comprueben que el cuerpo resucitado con el que se presenta ante ellos es el mismo que ha sido martirizado y crucificado, ya que sigue llevando las huellas de la pasión. Este cuerpo auténtico y real posee, sin embargo, al mismo tiempo, las propiedades nuevas de un cuerpo glorioso: no está situado en el espacio ni en el tiempo, pero puede hacerse presente a su voluntad donde quiere y cuando quiere porque su humanidad ya no puede ser retenida en la tierra y no pertenece ya más que al dominio divino del Padre. Por esta razón también Jesús resucitado es soberanamente libre de aparecer como quiere: bajo la apariencia de un jardinero (Juan 20, 14-15) o bajo otra figura (Marcos 16, 12) distinta de la que les era familiar a los discípulos, y eso para suscitar su fe.

La Resurrección de Cristo no fue un retorno a la vida terrena como en el caso de las resurrecciones que Él había realizado antes de Pascua: la hija de Jairo, el joven de Naím, Lázaro. Estos hechos eran acontecimientos milagrosos, pero las personas afectadas por el milagro volvían a tener, por el poder de Jesús, una vida terrena “ordinaria”. En cierto momento, volverán a morir. La Resurrección de Cristo es esencialmente diferente. En su cuerpo resucitado, pasa del estado de muerte a otra vida más allá del tiempo y del espacio. En la Resurrección, el cuerpo de Jesús se llena del poder del Espíritu Santo; participa de la vida divina en el estado de su gloria, tanto que San Pablo puede decir de Cristo que es “el hombre celestial.”

Este dato de la doctrina oficial de la Iglesia Católica, es de vital importancia tener muy en cuenta para poder contrarrectar las herejías que se están infiltrando dentro de la Iglesia, las cuales niegan la resurrección corporal de Cristo.


Ver segunda parte: III. Se casó Jesús


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