VI. ¿Qué es lo que se pretende alcanzar con todas estas falacias, mentiras, calumnias que se lanzan contra Jesucristo?
Cuando estaba en su pleno apogeo la novela “El Código Da Vinci”, un joven me contó lo que le dijo un compañero luego de haber leído dicha novela: “¿Sabes lo que voy a hacer desde ahora en adelante? Seré ateo”. Y lo mismo se vio reflejado tanto en los periódicos como en la internet en la que gran cantidad de personas (jóvenes y adultos) manifestaron haber cambiado su modo de ver y pensar con relación a la Biblia y la Iglesia.
Y así los enemigos de Dios y de su Iglesia han logrado conseguir lo que se proponían: sembrar la duda, la confusión y el desprecio contra Jesucristo, la Biblia y la Iglesia. Y es que los que odian a Dios, aunque puedan saber que exista, harán todo lo posible por oscurecer su figura y presencia para tratar de arrancar de su conciencia la realidad existencial del Absoluto.
Me dijo uno que se las daba de ateo que: “no creo en Dios ni en Jesucristo. Y si Cristo se apareciera ahora mismo aquí, lo despreciaría y le rechazaría.”
La verdad es que no existen verdaderos ateos totalmente convencidos de que Dios no existe. Si buscaran en lo más hondo de su ser hallarían aunque sea un vestigio de Su presencia. Y es ese vestigio de la presencia y realidad de Dios que no se puede apagar y que, por lo tanto, hacen todo lo posible por apagarlo, pero no pueden.
Para muchos Dios es un estorbo para la realización plena de sus más bajos instintos corrompidos por la soberbia. Por eso sus continuos y manifiestos ataques contra Él y todo lo que Él representa: contra Jesucristo en primer lugar, contra la Iglesia y sus ministros, contra la Biblia y su mensaje, contra sus santos Mandamientos de vida que, para ellos son leyes que esclavizan su supuesta libertad de acción.
De ellos es quien nos habla San Pablo de un modo crudo, fuerte, pero realista. Dice: “En efecto, Dios nos hace ver cómo desde el cielo se prepara a condenar la maldad y la injusticia de toda clase, de aquellos hombres que han desterrado la verdad con sus obras malas. Todo aquello que podemos conocer de Dios debería ser claro para ellos: Dios mismo se lo manifestó. Pues, si bien a él no lo podemos ver, lo contemplamos, por lo menos, a través de sus obras, puesto que él hizo el mundo, y por ellas entendemos que él es eterno y poderoso, que es Dios.
De modo que no tienen disculpa, porque conocían a Dios y no lo han glorificado como le corresponde, ni le han dado gracias. Al contrario, se perdieron en sus razonamientos y su corazón extraviado se encegueció más todavía. Pretendían ser sabios cuando hablaban como necios. Cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes con forma de hombre mortal, de aves, de animales o de serpientes.
Por eso los entregó Dios a sus malos deseos. Llegaron a cosas vergonzosas y deshonraron sus propios cuerpos. Han cambiado al Dios de verdad por la mentira; han adorado y honrado a seres creados, prefiriéndolos al Creador: ¡Bendito sea él por todos los siglos! Amén. Por eso Dios permitió que fueran esclavos de pasiones vergonzosas: sus mujeres cambiaron las relaciones sexuales normales por relaciones contra la naturaleza. Igualmente los hombre abandonando la relación natural con la mujer, se apasionaron unos por otros, practicando torpezas varones con varones, recibiendo en sí mismos el castigo merecido por su extravío.
Despreciaron a Dios, al no tratar de conocerlo según la verdad y a su vez, los abandonó a su corazón sin conciencia, que los llevó a cometer toda clase de torpezas. Por ello andan llenos de injusticia, perversidad, codicia, maldad, rebosantes de envidia, crímenes, peleas, engaños, mala voluntad, chismes. Calumnian, desafían a Dios, son altaneros, orgullosos, farsantes, hábiles para lo malo. Se rebelan contra sus padres, son insensatos, desleales, sin amor, despiadados. Conocen las sentencias de Dios que declara dignos de muerte a quienes obran en esta forma; pero, a pesar de eso, lo hacen y aplauden a quienes lo hacen.” Romanos 1, 18ss
VII. Divinidad y Misión de Cristo
A. Importancia del valor infinito del redentor y de la redención.
Cuando el ser humano se rebela contra Dios, rompe su amistad y familiaridad con Él; luego se crea un abismo infranqueable entre Dios y los hombres: el ser humano viene a ser enemigo perpetuo de Dios puesto que el hombre por su condición de criatura no posee, como medio de reparación y desagravio, actos meritorios cuyo valor estén a la par con el ofendido (en este caso Dios), cuya dignidad (por su aseidad) es infinita.
Luego, el valor meritorio para dicha reparación debe ser de valor infinito, valor que el ser humano (y ninguna criatura por muy perfecta que pueda ser) no posee.
La gravedad de la ofensa requiere y exige que la reparación esté en proporción a la ofensa. Y así:
1. El ofensor.
a. ¿Quién es el ofensor? El hombre que por desobediencia rompe su amistad con Dios
b. ¿Quién debe reparar esa ofensa? Siendo que el ofensor es el hombre, quien debe reparar el daño cometido también debe ser hombre.
2. El ofendido.
Despreciaron a Dios, al no tratar de conocerlo según la verdad y a su vez, los abandonó a su corazón sin conciencia, que los llevó a cometer toda clase de torpezas. Por ello andan llenos de injusticia, perversidad, codicia, maldad, rebosantes de envidia, crímenes, peleas, engaños, mala voluntad, chismes. Calumnian, desafían a Dios, son altaneros, orgullosos, farsantes, hábiles para lo malo. Se rebelan contra sus padres, son insensatos, desleales, sin amor, despiadados. Conocen las sentencias de Dios que declara dignos de muerte a quienes obran en esta forma; pero, a pesar de eso, lo hacen y aplauden a quienes lo hacen.” Romanos 1, 18ss
VII. Divinidad y Misión de Cristo
A. Importancia del valor infinito del redentor y de la redención.
Cuando el ser humano se rebela contra Dios, rompe su amistad y familiaridad con Él; luego se crea un abismo infranqueable entre Dios y los hombres: el ser humano viene a ser enemigo perpetuo de Dios puesto que el hombre por su condición de criatura no posee, como medio de reparación y desagravio, actos meritorios cuyo valor estén a la par con el ofendido (en este caso Dios), cuya dignidad (por su aseidad) es infinita.
Luego, el valor meritorio para dicha reparación debe ser de valor infinito, valor que el ser humano (y ninguna criatura por muy perfecta que pueda ser) no posee.
La gravedad de la ofensa requiere y exige que la reparación esté en proporción a la ofensa. Y así:
1. El ofensor.
a. ¿Quién es el ofensor? El hombre que por desobediencia rompe su amistad con Dios
b. ¿Quién debe reparar esa ofensa? Siendo que el ofensor es el hombre, quien debe reparar el daño cometido también debe ser hombre.
2. El ofendido.
a. ¿Quien es el ofendido? Dios, cuya dignidad es de valor infinita.
b. ¿Qué valor meritorio se debe tener para poder ser reparada esa ofensa? Siendo que el ofendido es Dios, el valor de esa reparación ha de estar a la altura del ofendido, por lo tanto, su valor debe ser infinito.
3. Dignidad de la criatura contra la dignidad del Creador.
a. ¿Qué criatura, hombre o ángel, tiene valor infinito para poder llevar a cabo dicha reparación? Sucede, pues, que ninguna criatura, por más perfecta que ésta pueda ser, ni siquiera el más grande de los ángeles, posee valor infinito para reparar la ofensa cometida contra la infinita dignidad y majestad de Dios.
4. Única solución.
a. Sólo un ser de naturaleza infinita y eterna, Dios, puede hacerlo.
5. La iniciativa.
Siendo Dios el ofendido y ante la absoluta incapacidad e imposibilidad del hombre de reparar dicho daño, Él se toma la iniciativa de realizarlo y, por Él mismo reparar dicho daño.
6. Y ¿cómo lo hace?
Dios nos muestra su infinito amor al enviarnos a su Único Hijo, el Verbo eterno (de su misma naturaleza y por lo tanto Dios como el Padre, por consiguiente con valor meritorio infinito), para la salvación del mundo (de todos aquellos que quieran salvarse, pues la salvación, como el amor, es gratuita y no se impone).
B. La Encarnación del Hijo Unigénito del Padre (Juan 1, 1.14).
A continuación te doy una serie de textos bíblicos para que, a modo de ejercicio los busques en la Biblia (recomiendo la Biblia de Jerusalén por ser, si no la mejor, de las mejores traducciones que existen -de las más fieles al Texto Sagrado-).
1. Razones de la encarnación del Verbo
a. Juan 3, 14-17
b. Romanos 3, 21-26
c. Romanos 5, 6-11.17-19
d. 2Corintios 5, 17-21
e. Tito 2, 13-14
*Comparar estos textos con Isaías 52, 13 - 53, 12.
2. Las dos naturalezas de Cristo
a. Dios y Hombre verdadero
1) Hombre verdadero
a) Juan 11, 32 - 38
b) Filipenses 2, 5-8
c) 1Timoteo 2, 5-6
d) Hebreos 2, 14-18
2) Dios verdadero
a) Juan 10, 30 - 39
b) Juan 14, 8 - 11
c) Juan 20, 26 - 29
d) Romanos 9, 5
e) Tito 2, 13
f) 1Juan 5, 20
3) Objeción de los Testigos de Jehová
a) Primera objeción: “El Padre es mayor que yo” Juan 14, 28.
Los testigos de Jehová suelen utilizar este texto para negar la divinidad de Cristo y apoyar así su condición de pura criatura (creada por Dios y no de su misma naturaleza). Este texto puede muy bien ser entendido y se explica perfectamente con los siguientes textos. Leelos y estudialos.
Respuesta: Filipenses 2, 5-8; Juan 1, 1-3.14
b) Segunda Objeción. Jesús, sabiduría de Dios 1Corintios 1, 24.30.
Los Testigos de Jehová utilizan este texto para luego referirlo a Proverbios 8, 22-23, donde se dice que la sabiduría fue creada; luego, deducen que Cristo es una criatura, la más perfecta, pero criatura al fin.
Respuesta: Según el Nuevo Testamento Cristo es principio y fundamento de la creación: “Por él y para él fueron creadas todas las cosas. Y sin él nada de lo que existe hubiese sido creado” (ver: Juan 1, 3; Colosenses 1, 15-17). ¿Se puede obrar sin conciencia, sin inteligencia, sin conocimiento? Esto es lo que implica la sabiduría. Luego, ¿pudo Dios haber creado sin sabiduría? Si Dios no hubiese sido sabio desde la eternidad, ¿cuál hubiese sido la consecuencia de ese defecto en Dios? Por consiguiente, esto es lo que enseñan los Testigos de Jehová al defender y enseñar que la sabiduría de Dios fue creada: la absoluta imposibilidad en Dios de poder crear, ni tan siquiera el poder él mismo mantenerse en el ser; luego, la no existencia de Dios.
Los católicos debemos tener muy en cuenta y estar totalmente consciente que para la redención del genero humano se requería que Jesucristo fuese verdadero Dios (para que su valor meritorio fuese infinito y así haya verdadera reparación) y verdadero hombre (para que el medio elegido -Pasión, Muerte y Resurrección- fuese un acto verdaderamente humano y no fingido). Y así, cuando Jesucristo dice que el Padre es mayor que él está manifestando su condición verdaderamente humana.
4) Nota cristológica en la Biblia de Jerusalén
En la Biblia de Jerusalén se da una explicación muy interesante al texto de Romanos 9, 5 y que a continuación transcribo para que la estudies:
"El contexto y el mismo ritmo de la frase suponen que la doxología se dirige a Cristo. Si es raro que Pablo dé a Jesús el título de «Dios», como en Tito 2, 13, y le dirija una doxología, como Hebreos 13, 21, lo es porque de ordinario reserva este título para el Padre, como vemos en Romano 15, 6 y otros, y porque considera las personas divinas, más que en el aspecto abstracto de su naturaleza, en el aspecto concreto de sus funciones en la obra de salvación.
Además, siempre tiene presente al Cristo histórico en su realidad concreta de Dios hecho hombre (ver Filipenses 2, 5ss.; Colosenses 1, 15ss.). Por eso le muestra subordinado al Padre (1Corintios 3, 23; 11, 3), tanto en la obra de la creación (1Corintios 8, 6), como de la restauración escatológica (1Corintios 15, 27ss.; Romanos 16, 27, etc.).
Sin embargo, el título de «Kyrios» recibido por Cristo en la Resurrección (Filipenses 2, 9-11; Efesios 1, 20-22; Hebreos 1, 3ss.), es nada menos que el título divino dado a Yahveh en el A.T. (Romanos 10, 9.13; 1Corintios 2, 16).
Para Pablo, Jesús es esencialmente el «Hijo de Dios» (Romanos 1, 3-9; 5, 10; 8, 29; 1Corintios 1, 9; 15, 28; 2Corintios 1, 19; Gálatas 1, 16; 2, 20; 4, 4.6; Efesios 4, 13; 1Tesalonicenses 1, 10; etc.), «su propio Hijo» (Romanos 8, 3.32), el «Hijo de su amor» (Colosenses 1, 13), que pertenece de derecho al mundo divino, de donde ha venido (1Corintios 15, 47), enviado por Dios (Romano 8, 3; Gálatas 4, 4).
Si ha sido investido del título de «Hijo de Dios» de un modo nuevo por la Resurrección (Romanos 1, 4ss.; Hebreos 1, 5; 5, 5), no lo ha recibido en ese momento, porque ya preexistía, de manera no sólo escriturística (1Corintios 10, 4), sino ontológica (Filipenses 2, 6; 2Corintios 8, 9).
Él es la Sabiduría (1Corintios 1, 24.30), la Imagen (2Corintios 4, 4), por quien todo ha sido creado (Colosenses 1, 15-17; Hebreos 1, 3; 1Corintios 8, 6), y por quien todo se re-crea (Romanos 8, 29; Colosenses 3, 10; 1, 18-20), porque él ha reunido en su persona la plenitud de la Divinidad y del mundo (Colosenses 2, 9).
En él ha concebido Dios todo su plan de salvación (Efesios 1, 3ss.), y él es también su fin al igual que el Padre (comparar Romanos 11, 36; 1Corintios 8, 6 y Colosenses 1, 16, 20).
Si el Padre resucita y juzga, también él resucita (comparar Romanos 1, 4ss; 8, 11ss y Filipenses 3, 21) y juzga (comparar Romanos 2, 16 y 1Corintios 4, 5; Romanos 4, 10 y 2Corintios 5, 10).
En una palabra, es una de las Tres Personas que aparecen asociadas en las fórmulas trinitarias (2Corintios 13, 13ss -ver nota a este texto en BJ).
3. La unión hipostática del Verbo.
Aunque ya hemos hablado ampliamente de ella, no está de más repasar algunos puntos. Consiste en que la naturaleza divina y la naturaleza humana están unidas bajo una sola y única persona: la Persona del Verbo eterno. Por consiguiente, en Jesucristo existe una sola y única Persona operante, por lo que se dan las siguientes perfecciones:
a. Santidad de Cristo: Impecabilidad, paciencia, mansedumbre, humildad… absoluta.
b. Visión beatífica de Cristo: Felicidad y gozo del alma de Cristo. Dicha inefable.
c. Conocimiento de Cristo: Conciencia perfecta de su identidad (quién es), y de su misión (razón por la que se encarnó y vino al mundo) por la salvación del mundo (Lucas 2, 46-50).
Todo otro conocimiento humano, lo adquiere por experiencia humana: Leer, escribir, trabajos manuales (carpintería), conocimiento de las Escrituras, conocimiento de las diferentes labores u oficios para la elaboración y construcción de las parábolas…
d. Plenitud de los dones y frutos del Espíritu Santo.
e. Conocimiento pleno y absoluto del pensamiento humano y de la Voluntad del Padre.
f. Perfectísima comunión y comunicación con el Padre.
4. Las dos voluntades de Cristo.
En Cristo operan dos voluntades. La voluntad humana (por el alma humana) y la voluntad divina (por la Persona divina). La voluntad humana siempre estuvo sujeta a la voluntad divina (en el huerto de Getsemaní -Marcos 14, 32ss.-).
De un modo análogo a veces sentimos como dos fuerzas que en nosotros quieren dominar: una que busca inclinarse hacia el bien, y la otra que busca inclinarse hacia el mal. No es que tengamos dos voluntades (nada de eso), es simplemente las pasiones desordenadas de la carne que quieren dominar e ir en contra de la Voluntad del Creador, y el deseo del alma espiritual que siente, desea y anhela subir hasta su Creador. Nuestro entendimiento conoce, estudia y procesa ambas inclinaciones, mientra que nuestra voluntad (es decir, si yo quiero en un acto libre) se encargará de optar y elegir aquello que más le apetece o le convenga.
Por eso es importante conocer la Verdad Absoluta que se ha revelado a la humanidad en la Persona de Jesucristo puesto que, lo que apetece, gusta y llena no siempre es lo correcto y sensato; y en esto el ser humano se equivoca infinidad de veces.
C. Textos para comparar con relación a la divinidad de Jesucristo.
Busca e identifica frases o palabras que se refieran directamente a Dios, luego busca si éstas se relacionan con Jesucristo.
1. Isaías 42, 8; Isaías 48, 11; Apocalipsis 4, 9-11; Apocalipsis 19, 10; Apocalipsis 22, 8-9
Con:
Juan 17, 4-5; 1Corintios 2, 8; Hebreos 1, 6; Apocalipsis 5, 11-14
2. Isaías 44, 7; Isaías 46, 5.9
Con:
Juan 5, 17-18; Juan 10, 30-33; Juan 17, 4-5; Apocalipsis 5, 11-14
3. Salmos 82, 8; Apocalipsis 1, 8; Apocalipsis 4, 8; Apocalipsis 19, 6; Apocalipsis 21, 22
Con:
Judas - versículo 4
4. Isaías 45, 23; Romanos 14, 11
Con:
Filipenses 2, 9-11
5. Salmo 96, 11-13; Salmo 98, 8-9; Romanos 2, 5-8; Romanos 14, 10.12
Con:
Mateo 16, 27-28; Mateo 25, 31-46; 2Corintios 5, 10; Apocalipsis 21, 27; Apocalipsis 22, 12-13.16
6. Isaías 44, 24; Isaías 48, 12-13; Salmos 102, 26
Con:
Juan 1, 2-3; Colosenses 1, 15-17;
7. Salmos 102, 25-28
Con:
Hebreos 1, 8-12
8. Isaías 41, 4; Isaías 44, 6; Isaías 48, 12-13; Apocalipsis 1, 8; Apocalipsis 21, 5-8
Con:
Apocalipsis 1, 17-18; Apocalipsis 2, 8; Apocalipsis 22, 12-13.16
D. Profecías Mesiánicas.
*1. Él es simiente de mujer: Gén. 3, 15 con Lc. 1, 31-35.
*2. Nacería de una virgen: Is. 7, 14 con Mt. 1, 18-25.
*3. Del linaje de David: 2Sam. 7, 12-13 con Lc. 1, 7.32; Mt. 1, 1-16.
*4. Adorados por los magos: Sal. 72, 10 con Mt. 2, 11.
*5. Nacimiento en Belén: Miqueas 5, 2 con Mt. 2, 1.
*6. Aparecería una estrella...: Núm. 24, 17 con Mt. 2, 2.
*7. Y anunciaría su nacimiento: Is. 60, 3 con Mt. 2, 9-10.
*8. Es llamado de Egipto: Os. 11, 1 con Mt. 2, 15.
*9. Profeta como Moisés: Dt. 18, 15-19 con Jn. 7, 15-16; 12, 47-48.
*10. Ungido por el Espíritu: Is. 61, 1 con Mt. 3, 16; Lc. 4, 17-21.
*11. Entrada triunfal en Jerusalén: Zac. 9, 9 con Mt. 21, 1-11.
*12. Milagros de sanación: Is. 35, 5-6 con Mt. 11, 4-5.
*13. Rechazado por los judíos: Is. 53, 1-3 con Jn. 1, 11.
*14. Aborrecido sin causa: Sal. 35, 19 con Jn. 15, 24-25.
*15. Traicionado por un amigo: Sal. 41, 9 con Jn. 13, 18-19.
*16. Arrestado y abandonado por sus seguidores: Zac. 13, 6-7 con Mt. 26, 50.53-56.
*17. Vendido por 30 monedas de plata: Zac. 11, 12-13 con Mt. 27, 9-10.
*18. Judíos y gentiles contra el Mesías: Sal. 2, 1-3 con Hec. 4, 26-27.
*19. Piedra de tropiezo: Is. 8, 14-15; 28, 16; Sal. 118, 22 con 1Pe. 2, 6-8.
*20. Golpeado en la quijada: Miq. 5, 1 con Lc. 22, 63-64.
*21. Le escupirían el rostro: Is. 50, 6 con Mt. 26, 27; Mc. 14, 65.
*22. Manos y pies son perforados: Sal. 22, 16 con Jn. 20, 24-27.
*23. Ejecutado no por su propia maldad: Dn. 9, 26 con Jn. 19, 6.
*24. Encarnizado por sus enemigos: Sal. 22, 7 con Mc. 15, 29-30.
*25. Le darían a beber hiel y vinagre: Sal. 69, 21 con Mt. 27, 34.48.
*26. Se echarían suerte sobre su ropa: Sal. 22, 18 con Mt. 27, 35.
*27. Contado con los malvados: Is. 53, 12 con Mc. 15, 27-28.
*28. Sus huesos no serán rotos: Sal. 34, 20 con Jn. 19, 33.36.
*29. Su cuerpo sería traspasado: Zac. 12, 10 con Jn. 19, 34-37.
*30. Sepultado con los ricos: Is. 53, 9 con Mt. 27, 57-60.
*31. Resucitaría de entre los muertos: Sal. 16, 10 con Hec. 2, 25-32.
*32. Ascensión a los cielos: Sal. 68, 18 con Hec. 1, 9; Ef. 4, 8.
*33. Se sentaría a la diestra de Dios: Sal. 110, 1 con Hec. 7, 55-56.
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